Oasis - Madrid, 12/2/09

Antes que nada, fijaros en qué bonita entrada de La Caixa por 35€... Sin palabras

Por fin hemos ido a ver a Oasis. Aunque parezca mentira, es la primera vez que los hemos visto. Cuando Oasis eran los Oasis del Definitely Maybe, venir desde Valladolid a Madrid sin entrada (las entradas eran de verdad y se compraban en tiendas de discos) era una verdadera aventura (y una verdadera pasta). Cuando yo ya estaba en Madrid, los Oasis ya eran otros, con discos bastante mediocres. Y en festivales, no coincidimos en un FIB por un día. Así que coincidiendo que volvían a Madrid, que su último disco es un poquito menos mediocre que los 4 o 5 últimos, y que en una entrevista que leí por ahí decían que en esta gira querían centrarse en sus primeros discos, pues esta era la nuestra.

Y eso que tocaban en el Palacio de los Deportes, lugar al que tengo especial tirria para ver conciertos. Primero, porque por definición son conciertos multitudinarios, y en general no me gustan los conciertos de tanta gente. El tomarte una simple cerveza es una aventura, moverte por ese laberinto de pasillos, escaleras sin perderte o acabar bloqueado en una puerta es difícil, los accesos son una mierda y hacen que se formen unas colas acojonantes, y por último nunca se acuerdan de la gente que nos movemos en moto (facilitando el tráfico en la ciudad por cierto) y nunca ponen un servicio de consigna para dejar cascos y chaquetas.

Bueno, centrándonos en el concierto, pues me ha gustado, pero sólo eso. Tenía la esperanza de que aún tocaran más canciones de la primera época, pero tampoco me puedo quejar. R&R Star, Slide Away, Supersonic, mucho más de lo que harían otros en su situación. Otras tantas del What's the story...

Pero aún así... No sé, ningún hueco a la improvisación. A Liam no le gusta ni que el público le pise sus finales sentidos. Liam sigue en un papel de chav venido a más (qué pasaría si le bajaran un poquito el micrófono?), y el resto de los músicos (muy buenos por cierto) están como separados por una pared de cristal de los hermanísimos. De hecho, a pesar de un juego de luces de los que ya se ven pocos, el escenario se les hacía grande, muy grande. Otra cosa muy curiosa era el ver como entre canción y canción no había ninguna emoción, se encendían unas luces como de fluorescente, todos afinaban sus instrumentos, había un rato de silencio, y empezaban sin intercambiar miradas o palabras entre ellos o con el público

Por lo demás, no hay que ser un sesudo crítico musical para ver que hay dos Oasis. El de el grupo de gamberros que se emborrachaban y tocaban sobre canciones de los 60 y a los que el alcohol y los cigarrillos les llevaban a hacer verdaderos himnos de los 90. Y los Oasis del sesudo y ñoño Noel que pretende ser un gran compositor (y sin duda ha conseguido un puñado de grandes canciones) pero al que muchas canciones se le quedan en simple ñoñerias. Y claro, el problema es que cuando eres super rico y famoso, dejas de emborracharte con tus colegas y el proceso creativo cambia, al final, ya no sale lo mismo. Desde luego el Definetely Maybe es un disco irrepetible y que marcó a una generación, y eso desde luego, siempre se lo agradeceremos.