Después de mucho, mucho tiempo, hemos conseguido hacer un breve paréntesis en nuestras obligaciones paternales, para irnos de festival. Y no podíamos hacerlo más a lo grande, el Sonhisphere 2012 de Getafe con Metallica y Soundgarden a la cabeza.
Cómo no he podido escribir antes esta entrada, voy a intentar no repetir muchísimo de lo que ya habéis leído.
Cómo bien es sabido, el festival trasladó a última hora el recinto del mismo, que acabó en el Auditorio John Lennon, mismo recinto dónde se celebró hace unos años el Electric Festival... Sinceramente, busco auditorio en el diccionario de la RAE, y creo que llamar auditorio a una explanada asfaltada me parece un poco optimista, pero bueno.
Después de dar muchas vueltas a cómo llegar al festival (todavía nos acordábamos de los paseos que nos pegamos cuando fuímos al Electric) decidimos ir en tren. Cojonudo, nos dejaba a 15 minutillos andando a la puerta... En realidad, también había metro y autobuses, con lo cual un 10 para la IDA con transporte público, porque amigos del Sonisphere, un 0 para las vueltas. Si no es porque iban unos amigos que tenían coche, no te quedaba otra que esperarte hasta las 6 de la mañana hasta que empezaran otra vez a funcionar los diferentes medios de transporte público...
Llegamos a la taquilla para recoger las entradas con las que recoger las pulseras., y sorpresa, no están. Así que nos ponen directamente las pulseras. Tuvimos muchísima suerte. Había sólo dos ventanillas, que se colapsaron en cuanto llegó el tren y nos juntamos dos con problemas con las entradas (no éramos los úmicos), y nos ahorramos lo de la pulsera que oí que también fue muy divertido.
Bueno, las 20:30 ya dentro con un kalimotxo en las manos, justo a tiempo para empezar a ver a Limp Bizkit. No son uno de mis grupos favoritos. Por cierto, en realidad, estábamos en el festival para ver a Soundgarden y a Metallica, el resto me daban bastante igual.
A Limp Bizkit los hemos visto un par de veces, en el ya mencionado Electric Festival del que no guardo ningún recuerdo suyo. Y otra vez hace mucho en el Palacio de Vistalegrre del que recuerdo como unas tías ligeras de ropa se quedaron con el cantante... Pero vamos, me parecen un grupo cojonudo para un festival. Unos cuantos hits, mucho morro, y cómo se vió el viernes, muchas ganas de agradar. Ya con Limp Bizkit nos dimos cuenta de que el sonido del festival iba a ser horroroso (cuándo estábamos allí nos empezamos a acordar del Electric Festival). Y más, si estabas en el lado derecho de la torre (el retumbe con los cuarteles era terrorífico). Siempre estuvimos detrás de la torre, (del escenario pequeño mejor ni hablar) y el sonido era vergonzoso a la derecha de la torre, y lamentable a la izquierda. Limp Bizkit dió un concierto bastante decente, y muy en su papel de ir calentando la noche.
Kyuss Lives! estaba en la lista de lo que también quería ver. Ya sabemos que esto de las reuniones después de un montón de años separados no es siempre bueno, pero no había podido verles en su momento, y tampoco cuando estuvieron por aquí ya como Kyuss Lives!, así que no era mala oportunidad. Sin embargo, me dió igual, si me ponen a la banda de un instituto de Getafe en el escenario con el cartelón de Kyuss Lives! y un poco caracterizados no hubiera podido decir la diferencia. El sonido en el escenario pequeño fue patético todo el fin de semana. En fín, una pena, porque le pusieron ganas y tienen un buen puñado de temazos.
Y después, The Offspring, otro grupo festivalero donde los haya. Tienen éxitos para, bueno, para lo que llevan haciendo un montón de años. Ir a festivales para actuar de segundas espadas y calentar al personal con su punk californiano kalimotxero. El otro día tuve que contar la historia un par de veces, y es que uno es un poco abuelo cebolleta ya. Cuando llegué a EEUU en el 96, pues The Offspring era un habitual de cualquier bar kalimotxero (y no tanto) que se preciara. Además en aquella época (quizá ya el final) se vivía un poco el momento álgido del punk californiano (junto con el ska que parecía que se iba a comer el mundo)... The Offspring, Bad Religion, NOFX, Green Day, Social Distorsion, No Doubt, Rancid... Algunos de esos nombres ahora sonrojan. Pero era lo que nos llegaba aquí. Cuando llegué allí, al Sur de California, y dije algunos de esos nombres, me miraron raro. Luego entendí que el equivalente de los 40 Principales allí ponía todos estos grupos todo el rato. Eso allí era el mainstream más absoluto. En una de esas, acabé en un concierto ska/punk realmente underground. De esos que ni se publicitaban y te enterabas la misma tarde. No me acuerto de ninguno de los grupos que pasaron por allí, y seguramente daría igual. Sólo me acuerdo de que nunca en la vida he visto algo igual en un concierto. La gente se tiraba, se pegaba, los mash pits que ví allí eran de una violencia increíble... Así que claro, para esos chavales (no servían alcohol), The Offspring eran unas nenazas. El viernes cumplieron con lo que se esperaba. El viento que no había parado toda la tarde ya empezaba a ser bastante frío, y había que calentar al personal. Lo consiguieron.
Y por fín, Soundgarden. Tengo que reconocer que tengo un gusto tardío por Soundgarden. En su momento, lo intenté. Parecía que en los 90 tenían que gustarte obligatoriamente. A mí no me engancharon. Luego, lo volví a intentar, tampoco. Y últimamente, ahora sí, me gustan bastante. Así que yo andaba con ganas, no así el resto de mis acompañantes. Que estaban entre tiesos como témpanos por el frío que ya corría por Getafe, o cómo quién son estos Soundgarden con estos ritmos sincopados que no nos dejan levantar los cuernos. Así que no terminamos de entrar en calor. El ruido noventero de los Soundgarden se convirtió en una bola totalmente indescifrable, y a pesar de que a un servidor le gusta mucho, aquello acabó pareciéndose a un concierto de My Bloody Valentine, pero sin tapones. Y una pena, porque por lo que se apreciaba por las pantallas, creo que Chris y los suyos lo dieron todo. Se les vió con ganas, y aunque tuvieron que meter el truño ese que han colado en la peli de los superhéroes, dieron un buen repaso a su discografía tocando la mayoría de sus mayores hits. A pesar de todo, disfruté con su concierto, aunque dadas las expectativas que tenía, no podemos dejar de hablar de decepción. Eso sí, al resto de los que venía conmigo los terminó de matar y con esas nos retiramos para guardar fuerzas para el día siguiente.
Y el día siguiente era Metallica. A mí, como a gran parte de los cincuenta y pico mil que según la organización estuvimos por allí el sábado, sólo me interesaba Metallica. Así que llegamos con un poco de tiempo para poder aparcar (esta vez decidimos ir en coche ya que aunque la organización tampoco habilitó aparcamiento ninguno, sí que hay bastante por los polígonos industriales circundantes al recinto) y tomarnos algo antes del concierto de Metallica.
Haciendo recuento, creo que era la sexta vez que los veía. Y todos, sin excepción, estarían en mi lista de conciertos memorables de verdad. Así que la expectativa era alta, muy alta.
El problema de llevar a Metallica a tu festival es que dejar a tu equipo y técnicos de sonido a la altura del betún. Todo el fin de semana aguantando un sonido lamentable, y llegan Metallica y de repente aquello suena bien, muy bien. Pero claro, ellos se llevan su equipo, sus técnicos y hasta sus fuegos artificiales.
Ya sabéis que Metallica venía a celebrar el 20º aniversario del lanzamiento de su disco negro, y lo querían hacer tocándolo en su totalidad (en este caso, en sentido inverso), junto con unos cuantos temas más.
Para además introducir la parte en la que tocaron el disco, pusieron un vídeo con ímagenes de la grabación, y datos sobre el disco. Cómo siempre, Metallica intentando ser lo más cercanos a sus fans. El vídeo, los 20 minutos que se estuvieron de despedida, las contínuas referencias al público de James.
Metallica es un negocio, un gran negocio, pero dan un producto excelente. No creo que hoy por hoy haya banda que pueda hacer sombra a Metallica en directo. Ni siquiera AC/DC. El despliegue, la calidad del sonido, la entrega de la banda, y sobre todo, los temazos que tienen y cómo los tocan en directo, hacen de Metallica una banda irrepetible en directo de la que no me cansaré. Una pena haber tenido que ver este conciertazo en un "auditorio" tan lamentable como este. Y es que con lo estrecho y largo que es el recinto, tocaba verlos muy lejos, con torres, banderas, baños, barras y demás por medio. Sólo puedo imaginarme este espectáculo en un campo de fútbol, o mejor, en el Palacio de la CAM como hace tres años... Increíble
No hay comentarios:
Publicar un comentario