Este blog ha entrado en una fase de aletargamiento (Ed.: ser bloggero musical de éxito y padre es incompatible) que sólo se ve interrumpido cuando hay algo realmente importante que contar. En este caso, ni es una primicia, ni una noticia ni nada. Vamos a hablar de un disco que se lanzó ya hace tiempo, el Orbit One de Paul Zinnard.
Paul Zinnard, (Carlos Oliver para los amigos) es mallorquín, pero que cómo algunos oriundos del norte de la península ibérica, nace dónde quiere, porque él realmente es del mismo sitio que el rock. No tenía el placer de conocer a Paul hasta que de pasada leí una reseña de un concierto suyo (aunque sí que recuerdo vagamente uno de sus anteriores proyectos, The Bolivians) y ví un vídeo. Rápidamente intenté conseguir el disco (que muy gentilmente me pasaron de su discográfica), y aunque me costó ponerme con él, ha sido una tremenda sorpresa.
Orbit One tiene 10 temas más 2 versiones, una eléctrica y otra acústica de temas del propio disco. En él encontraremos rock y nada más que rock. De ese rock que si nos dijeran que viene de algún estado sureño de EEUU pensaríamos que es la hostia. Ese rock que no necesita disfrazarse de otras cosas. De ese rock que se escucha tomando una cerveza tranquilamente y disfrutando de los matices. Ese rock que te deja un poso bien dulce después de cada tema.
El disco me suena muchísimo a Bob Dylan. También hay alguna vez que se vuelve un poco más folk, pero me suena a Eels, y si leéis por ahí, dicen que también suena a Wilco (que no me gustan). Da igual, este Orbit One es un oásis en el desierto musical en el que estamos.
Aquí os dejo uno de los temas que más nos ha gustado, A Good Thing That You Know
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